ROMEO Y JULIETA, acto II, escena I

Acto segundo. Escena I
(Plaza abierta, contigua al jardín de CAPULETO.)
(Entra ROMEO.)

ROMEO
¿Puedo alejarme, cuando mi corazón está aquí? Atrás, estúpida
arcilla, busca tu centro.
(Escala el muro y salta al jardín.)
(Entran BENVOLIO y MERCUCIO.)

BENVOLIO
¡Romeo! ¡Mi primo Romeo!

MERCUCIO
No es tonto: Por mi vida, se ha escabullido de su casa para buscar su
lecho.

BENVOLIO
Se ha corrido por este lado y saltado el muro del jardín. Llámale,
amigo Mercucio.

MERCUCIO
Haré más, voy a mezclar su nombre con sortilegios. -¡Romeo!
¡Capricho, locura, pasión, amor! Aparece bajo la forma de un
suspiro, recita un verso y me basta. Haz oír un solo -¡Ay!- Pon siquiera
en rima, pasión y pichón: dirige a mi comadre Venus una
dulce palabra, un apodo a su ciego hijo, a su heredero el tierno Adam
Cupido, el que tan bien disparó cuando el rey Cophetua
se enamoró de la joven mendiga. No oye, [está sin acción, no se
mueve. El pobrecillo está muerto y tengo a la fuerza que evocarle.]
-Yo te conjuro por los brillantes ojos de Rosalina, por su frente elevada,
por sus purpúreos labios, por su lindo pie, su esbelta pierna, su regazo
provocador, por cuanto más éste guarda, que te nos aparezcas en tu
forma propia.

BENVOLIO
Si te oye, se enfadará.

MERCUCIO
Lo que digo no puede enfadarle. Enfado le causaría el que se hiciera
surgir algún espíritu de extraña naturaleza en el círculo de su adorada y
que allí se le mantuviera hasta que ella, por medio de exorcismos,
le volviese a la profundidad. Esto sería una ofensa; pero mi invocación
Es razonable y honrosa: yo sólo conjuro en nombre de su dama o
para que él mismo aparezca.

BENVOLIO
Ven, se ha hecho invisible entre esos árboles, para unificarse
con la húmeda noche. Su amor es ciego y se halla más a gusto en
las tinieblas.

MERCUCIO
Si el amor es ciego, no puede dar en el blanco. Nuestro hombre se
sentará ahora al pie de algún níspero y deseará que su amada sea esa
especie de fruta que llaman manzana las jóvenes, cuando a
solas se ríen. ¡Romeo, buenas noches! -Voy en busca de mi
colchón: esta cama de campaña es, [para dormir], harto fría. Ea,
¿nos vamos?

BENVOLIO
Sí, marchémonos; pues es inútil buscar aquí al que no quiere ser
hallado.
(Vanse.)